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Entrevista a JUDITH BUTLER. Latinoamérica potencia.

Imagen: Andréa Magnoni
Desfazendo género, el seminario que se llevó a cabo en Salvador de Bahía entre el 4 y el 7 de septiembre, reunió a activistas e investigadores de Chile, Argentina, Brasil, España, Portugal, República Dominicana, que se dieron cita en seis mesas redondas, 71 simposios, además de 50 talleres y 759 obras, entre performances, obras teatrales y recitales. Este enorme evento tuvo como invitada a Judith Butler, quien comenzó en Brasil una gira latinoamericana que también incluye a Buenos Aires(...)

¿Qué te llevás de esta visita al Desfazendo género?

—Este evento es importante porque implica dos metas. La primera es mostrar cómo los estudios queer y lgbt en general son una parte crucial de la academia hoy. Las investigaciones contemporáneas en género, sexualidad y minorías son hoy las que están al frente. Segundo: este encuentro une a los activistas y a los académicos. A veces los académicos son también activistas, otras veces los activistas no son académicos o los académicos no son activistas pero es crucial que estén en diálogo. Y es un hermoso diálogo. ¿Cuándo es momento de pensar y cuándo el de actuar? Y cuando es el momento de actuar, ¿cómo hacerlo? Cruzar estas dos preguntas, nos habilita a ver cómo la academia puede nutrir al activismo y como el activismo puede recordarle a la academia sus obligaciones políticas y éticas.

¿Qué es lo que puede brindarle la experiencia de los movimientos lgbti en Latinoamérica al resto del mundo?

—Considero que el activismo en Latinoamérica, que tiene distintas coordenadas, referencias, con respecto al norteamericano, es importante por distintos motivos. Muchos de estos países han salido no hace tanto tiempo de las dictaduras y todavía están luchando por terminar de construir la Democracia y la idea de lo que sería una democracia sexual, que significa ser ciudadanos sexuales y que aquellos que han sido marginalizados por género, etnia, clase, ejerzan sus derechos a participar, a pertenecer a la ciudadanía. Esto es importante porque, por un lado, las minorías sexuales deben ser reconocidas como ciudadanos y, por el otro lado, tienen una crítica para aportar a la noción de ciudadanía contemporánea. Tienen para aportar una crítica al nacionalismo, una crítica a la homofobia, a la transfobia, al racismo, y no quieren ser asimilados a una idea de ciudadanía basada en esas exclusiones. Con los estudios queer y lgbt tenemos la oportunidad de repensar la democracia en un sentido radical. Todo el mundo tiene mucho que aprender de los movimientos de resistencia latinoamericanos. Estos tiene modos distintos de operar y quienes los integran saben lo que es alzarse para defender la integridad de un cuerpo, entienden lo que es pelear por ejercer los derechos a una libre sexualidad tanto en la calle como en los lugares de trabajo como en la vida privada. Es una historia diferente de resistencia, una historia diferente de lucha por la democracia. Así que el resto del mundo necesita escuchar y aprender. Por eso estoy aquí.

Hablamos de activismo, ¿cuál es la importancia del artivismo?

—En este congreso he notado que el activismo que tiene lugar a través del arte performátivo, la palabra hablada, la poesía, las artes visuales, son muy importantes porque son una forma de irrumpir en el espacio público y reestructurarlo. Reestructurar lo que puede ser dicho en público, lo que puede ser mostrado, quién puede aparecer. Aquellos que se están escondiendo, aquellos que están en los márgenes por medio del arte pueden aparecer de otros modos, aunque sigan siendo monstruosos, desafiantes, border, radicales. Si se rompen las reglas que gobiernan el espacio público a través de formas de arte, desde mi punto de vista, se está llevando adelante un activismo radical que le muestra tanto al activismo como a la academia la centralidad del cuerpo y de las políticas en torno al cuerpo. Logra que el cuerpo se manifieste de una forma nueva.

Entrevista realizada por Marlene Wayar. Publicada en Página 12